Demasiado tiempo...

No puedo estar ni un día sin que tu imagen venga a mi cabeza, sin redactar un texto, aunque sea mentalmente, describiendo todo lo que siento por ti, en el que mis sentimientos encuentran por fin una liberación, una vía de escape particular que me permite aguantar un día más a pesar de la sensación de inconsolable soledad que me acecha a cada instante. Me gustaría algún día, contarte todo esto a ti, y no escribir textos que sé que no leerás, que quedarán en el olvido y que, en ningún caso serán recordados por las escasas personas que lo lean. Y, por supuesto, ninguna de estas personas serás tú. No tengo ni el valor de darte la dirección de este blog. En parte porque sé que para ti no significo más de lo que significa cualquier otra persona que conozcas; en parte porque pese a todo, no me siento con fuerzas de arriesgarme una vez más, no me siento capaz de soportar otra vez el peso de un rechazo, de una duda.
Y cuando paro a pensar en el tiempo que llevo así, midiendo cada gesto, cada palabra, cada sonrisa, para que nada pueda ofenderte, para que nada pueda hacerte dudar la próxima vez, un punzada de dolor me atraviesa el corazón, hurga aún más en la profunda herida que creaste, que a pesar del tiempo que ha pasado, sigue aún abierta, sangrando, ocasionando, aún hoy, tanto dolor como el día en que se produjo.
Una buena amiga decía el otro día: "Le temps est capable de guérir les blessures les plus profondes, avec le temps on peut oublier, on peut aimer..." Mientras leía esto me preguntaba cuánto tiempo más es necesario para poder olvidarte, para apartarte de mi pensamiento. Y es que son ya más de dos años implorando cada noche que al día siguiente todo vaya mejor, que por fin escuches mis súplicas y, aunque sea por una sola vez, me des esa oportunidad que vengo esperando durante tanto tiempo.