martes, 1 de diciembre de 2009

Cadaqués.

Me niego a escribir sobre este fin de semana. No puedo.
No sé si es que mi léxico con contiene los calificativos adecuados o es que simplemente, no existen. Aceptando ya las limitaciones del lenguaje, cosa imprescindible si uno se dispone a escribir, acabamos (con suerte) describiendo algo cercano a lo que se ha imaginado o vivido. Es relativamente fácil describir una alcachofa, aunque aquella descripción no será la alcachofa. Es decir, "ceci n'est pas une pipe". La cosa se complica cuando lo que se intenta reflejar es un recuerdo, un sentimiento; imágenes a veces demasiado difusas, que al ser filtradas por la racionalización del lenguaje, pierden los matices diferenciales. Pero ¿qué podemos pretender intentando plasmar un recuerdo de dos días ininterrumpidos teñidos de una vibrante irracionalidad mística, junto con un conjunto de almas llenándose de tensos y suaves debates, de un paisaje que es lo más parecido al hogar que hayamos encontrado en nuestra vida? Nada, no podemos pretender absolutamente Nada.
A veces, cuando camino por la calle, me llegan una especie de flashes repentinos y punzantes; no porque el momento en sí fuera doloroso. Ni muchísimo menos. Son recuerdos de un paraíso existente sólo en nuestra propia interioridad, a los que accedemos sólo cuando la harmonía entre el Hombre y el Mundo se sobrepone a cualquier otra cosa. Pero no es eso lo doloroso, sino el hecho de recordarlo desde un infierno académico rebosante de reglas, de horarios, de limitaciones. Es notar una distancia insalvable respecto al recuerdo lo que nos debilita a todos, me atrevería a decir. Pero no, no estamos sufriendo, sino que disfrutamos aún del eco momentáneo de unos cuencos milenarios, de unas palabras vibrantes, de una luna más llena que nunca, del mar acariciándonos los oídos con su hipnótica oscilación del agua, que va mezclándose con la arena.
Pero sigo diciendo que no sé, que no puedo describirlo. Porque al intentar acceder al recuerdo, sólo encuentro un enorme Vacío, al mismo tiempo que me abarca una imparable sensación de entereza. Me siento completo. O mejor, me siento ku.

Y creo que eso es lo más bonito de todo.

1 comentario:

zero dijo...

ara q ho he llegit amb més deteniment m'ha agradat encara més, perquè m'hi sento identificada -tot el que descrius, és que és això!! és aixòoooooo!!- i ho fas amb gran bellesa :]
olé