jueves, 14 de enero de 2010

Fatiga

- Me estás cansando un poco, la verdad, con tu tranquilidad contemplativa, tu asqueroso conformismo y ese autodestructivo sentimiento de impotencia. Estaría bien que algún día te ataran a una silla, y poco después destrozarte las piernas, te obligaran a la sinceridad emocional. "¡Ése es tu delito!" le gritarían a una cara pintada de sangre. A ver si así de una vez por todas aprenderías a luchar por tu libertad, esa que tanto defiendes y exiges como buen romántico empedernido; o mejor, igual aprenderías a luchar por lo que...

- Perdona, pero ¿quién eres tú? ¿Qué derecho crees poseer como para hablarme a sobre mi vida y mis problemas, que lógicamente sólo podré resolver en mi soledad?

- Y qué importa eso. Déjate ya de tantas estrías protocolarias de presentación y escúchame un poco, por Dios, que no es tan difícil. Y si te estoy hablando de tus problemas, eso ya es un indicio de la inexistencia de soluciones. Dime, ¿cuál es tu actitud vital? Intentar arreglar los problemas ajenos, y esperar que los tuyos los arreglen los demás. Va hombre va. Esperar...eres un maldito conformista estoico. ¡Rómpelo todo, del todo, para siempre! Y que te odien si es necesario, que chirríen sus dientes de rabia al ver tu sonrisa inconformista, que te admiren sólo los que como tú en este momento carecen del valor necesario en la vida, que te admiren por tus actos y no por tu imagen. Que tú te admires a ti mismo y logres disfrutar de una vez por todas. Confianza, valor. Porque ganas te sobran, y creo que incluso tú mismo estás ya un poco cansado de este recorrido lineal. ¡Salta, coño, salta, y deja que los demás hagan lo que quieran! Y cuando calles por miedo al rechazo golpéate allí donde más duela, y recuerda que el tiempo es corto, y que el único camino preestablecido son las tinieblas de la perdición.

1 comentario:

zero dijo...

ja era hora, en tots els aspectes: en la forma i en el contingut.