Un día te romperás el cráneo contra el suelo
de tanto agarrarte a él,
viejo y hastiado vividor de mentiras.
Sí, míralas como sabes.
Habla con esa opaca lucidez
y sigue acariciando oídos ignorantes.
Y mientras, rebózate en el fango
ahógate
engáñate
y muere.
Intentar hallar complicidad
entre ojos ocultos por máscaras
es tarea inútil.
Cuándo, cuándo aprenderás
a ser tú
y no otro.