lunes, 29 de diciembre de 2008
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sábado, 27 de diciembre de 2008
BCN
martes, 9 de diciembre de 2008
El centro...no existe
lunes, 8 de diciembre de 2008
Casualidad - Racionalista
Ciertamente todo tiene una explicación, aunque la desconozcamos. Sin embargo, el ser humano no soporta la incertidumbre, le causa estrés y graves problemas de salud, así pues atribuye a la suerte a Dios o a la casualidad todo aquello que no puede explicar.
No hay hechos casuales. Todo viene de algo y se dirige hacia alguna parte. La ciencia, inteligentemente, busca el "por qué" de los fenómenos que nos rodean. Hay explicaciones para el día y la noche, para las distintas estaciones del año, para el milagro de la germinación de una semilla, para la gestación de la vida física, para el rumbo de los ríos hacia el mar, para las nubes que se agrupan y luego se disuelven en gotas de lluvia...
Pero cuando se topa con el misterio, cuando faltan las explicaciones, y cuando es pobre nuestra comprensión, se prefiere la muletilla de la casualidad inestable, antes que conceder la presencia latente de una ley causal que aún debemos desentrañar.
Cada uno de nuestros actos tiene una razón. Cada gesto, cada sonrisa, cada lágrima, cada impulso de valor, cada sensación de fuerza interior, cada sentimiento de compasión y amor, vienen de semillas de sus mismas naturalezas. Y cada uno de nuestros actos, también genera un efecto que será igualmente de la misma naturaleza, en lógica concordia. El Amor viene del Amor y genera Amor; el odio viene del odio y genera odio.
Sin casualidades, y con causalidades, somos responsables de nuestros propios destinos.
A todos nos gustan las coincidencias. Nos atraen su simetría y orden secuencial. Cuanto más inconcebibles, trascendentes y asombrosas sean, más disfrutamos con ellas. Sugieren una forma de control, una suerte de mano de Dios que interviene para dar sentido al caos que reina a veces en nuestras complicadas vidas.
En junio de 2001, una niña de diez años llamada Laura Buxton escribió su nombre y dirección en un trozo de papel, pegó el papel en un globo de helio y lo soltó desde su jardín. El globo recorrió casi 225 kilómetros hasta que aterrizó en el jardín de otra pequeña de diez años, ¡qué también se llamaba Laura Buxton!.
La segunda Laura se puso en seguida en contacto con la primera y han descubierto que no sólo comparten el mismo nombre y edad, sino que las dos tienen el pelo claro, un perro labrador, un conejito y un conejillo de Indias.